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El investigador Héctor Palhares recorrerá la historia del arte por medio de la imaginación



Publicación original: Aristegui noticias



“Las distintas fases de la imaginación van de la mano con el proceso creativo”, sostiene el investigador y coordinador de curaduría del Museo Nacional de Arte, Héctor Palhares.

Para argumentar su tesis, el académico impartirá el curso ImaginArte.


A través de cinco sesiones semanales que iniciarán el viernes 16 de abril, el especialista hará un recorrido que iniciará en el periodo prehistórico y concluirá en las vanguardias contemporáneas.


Palhares argumenta, en entrevista, que el curso diseñado en colaboración con Educación Imaginativa México, está pensado en la coyuntura actual toda vez que la creatividad ha ido ligada de manera intrínseca a los momentos medulares de la historia del arte.


¿Por qué hablar de la imaginación y el arte ahora?

Es una época especial, distópica, que ha puesto en valor el universo de la imaginación para acercarnos, en espejo, a otras aristas de nuestra cultura. El arte tiene de suyo el valor de comunicar, generar espejos y reflexiones, que resultan esenciales para las bases del humanismo. Es una gran coyuntura poder recorrer, a través de la creatividad imaginativa, algunos de los momentos medulares en la historia del arte que dan cuenta de ello. Desde la Prehistoria y su carácter mágico; el enorme potencial imaginativo civil y religioso de la Edad Media; el rol del sentimiento, la emoción y el poder imaginativo del Romanticismo y la era del Neoclásico; hasta los valores de una compleja pero siempre propositiva realidad moderna y contemporánea a través de las vanguardias artísticas del siglo XX.


La noción de la imaginación como fuente de conocimiento, ¿cómo se ha registrado a través de la historia del arte?

Por supuesto, decía santa Teresa de Ávila que “la imaginación es la loca de la casa”. A partir de esta premisa, es posible reconocer el papel emblemático de los procesos creativos e imaginativos que toman al arte como portavoz para expresar miedos, alegrías, amor y desamor, coordenadas de tiempo-espacio que son herramientas esenciales en el proceso artístico.


¿En qué sentido se relaciona el desarrollo del arte con las fases de la imaginación?

Para responder, cito a Victor Hugo en el preámbulo de la obra teatral Cromwell: “El hombre canta lo que sueña, explica lo que piensa y expresa lo que siente”. Es una paráfrasis que empleó el gran escritor francés para aludir a los momentos medulares de la imaginación y la creación artística. Desde los antiguos griegos y romanos a través de la épica y la lírica; pasando por las edades de la razón del Renacimiento y la Ilustración; hasta la gran potencia de la libertad imaginativa en el Romanticismo. Todas las fases van de la mano del proceso creativo artístico: siempre como plataforma para expresar los más profundos significados en la historia del arte y del pensamiento.


¿Crees que la pandemia y el confinamiento tengan una incidencia en los procesos creativos y de imaginación? ¿Crees que se esté gestando una corriente a partir de esta época?

Indudablemente. Se trata de un momento que permea nuevas búsquedas y nuevos procesos. La contingencia obliga al encierro, sí, pero a la vez genera un mundo de posibilidades imaginativas, cognitivas, propositivas que se manifiestan en escenarios virtuales que no habíamos conocido hasta ahora. Por ejemplo, yo trabajo como curador en jefe en el Museo Nacional de Arte, y hemos desarrollado en este año, junto con un gran equipo, una enorme plataforma de cursos, conferencias, curadurías virtuales, entrevistas… todo en línea y sin descanso. Es también la reinvención del papel comunicador del museo como punto de partida para la imaginación, dentro y fuera del museo, que incide en los públicos pero también en nosotros mismos para pensarnos y repensarnos desde otra perspectiva. Y estoy cierto de que todo esto llegó para quedarse, más allá de la reapertura y las visitas presenciales, porque esta modalidad ya se ha vuelto cotidiana y me atrevería a decir que incluso necesaria y referencial.


El último módulo del curso se llama “El arte ha muerto”, al margen de que sabemos que esto es una provocación, ¿a qué te refieres y en que punto estamos ahora en términos de vanguardias?

El título fue sugerido por Educación imaginativa México pero me parece altamente sugerente. Provocación, sí, pero en una lectura resiliente que pondera al arte del siglo XX y del XXI como una nueva forma de entender y resignificar a la creación y al poder imaginativo. Siguiendo las pautas de Omar Calabrese en La era neobarroca, vivimos en un tiempo de profundas rupturas de paradigmas y reinvenciones. Los conceptos tradicionales de “lo bello” y del “goce estético” han muerto como tales… para dar lugar a visiones, perspectivas, prospectivas y tendencias que responden en el marco estético con la misma velocidad que cambia la tecnología, los insumos, el consumismo cultural, las expectativas de los públicos y de los artistas. De las vanguardias aprendimos el valor del concepto, del compromiso social, de la mirada crítica sobre la realidad. Hoy más que nunca se pone esa diacronía en el escenario cotidiano. Artistas, críticos, curadores, museólogos y demás gestores de la cultura estamos consignados a crear discursos incluyentes, sensibles con la realidad social, contenidos que aborden asuntos como género, diversidad, migración, equidad, etc.; de ahí el espejo con el compromiso que tuvieron los artistas de la primera mitad del siglo XX con su tiempo y espacio.





Agradecemos a Héctor González por la reproducción de esta entrevista.

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